lunes, 31 de marzo de 2014

Sentimientos apócrifos.

Con un tic, nuestra realidad comenzó a arder, y el milagroso agua que tiempo atrás reducía a humo la inminente destrucción, esta vez no llegó. El  inevitable tac llegó y terminó de condenar el mini universo dónde tiempo atrás flotábamos en un tejido celeste, translucidos a los problemas que nos acosaban. Y tan solo necesitábamos ese espacio para volar, para ascender en espiral hacia el infinito y asi ver los planetas desde una perspectiva de insignificancia.

Al principio éramos dos gigantes erráticos que se observaron brévemente desde la lejanía y nuestro primer impulso fue acercarnos a zancadas, mientras, involuntariamente, pisábamos a los insectos que ansiaban estar donde nosotros estábamos, correr por los caminos que íbamos desbrozando.
Tan grandes éramos, tan rápido corríamos, que el mundo que dejábamos atrás se huracanaba y zarandeaba violentamente nuestras inseguridades, hasta arrancarlas.
 Las hojas de ese Otoño se convirtieron en nuestras cómplices y susurraban a las nubes para que nos abrieran paso, hasta el sol nos miraba celoso cuando se alzaba solitario por el cénit.
A menor distancia entre nosotros, más se dilataban nuestras almas y más se contraía el tiempo.

Y al fin, cuando caminábamos juntos, decidimos que este mundo era un pésimo huésped, y ascendimos para crear el nuestro propio. Un lugar donde reíamos, llorábamos y nos hacíamos uno, convirtiéndonos en una tempestad arremolinada de pura pasión y placer. Y al dividirnos, seguíamos enteros pero con nuestra esencia  mezclada.
 Seguíamos valiéndonos por nosotros mismos, pero, en ocasiones, queríamos sentirnos frágiles, lo deseábamos y no nos importaba que esto nos hiciera un poco más débiles. Cuando un alma desfallecía, la otra ahi estaba para compartir energía. Hasta que sonó el tac del segundero y todo se desvaneció.
Se desvaneció sin argumento lógico. Se desvaneció ese noseque, ese sentimiento intrínseco a todo ser humano. Todo quedó en nada.
Se fué como vino, por sorpresa, sin motivo tangible. Y es que el aletear de los pájaros no atiende a razones.
Y durante semanas, la vida se me quedó oscura. El sol emitió una atronadora carcajada que me sentencio al ostracismo, y desapareció dando paso a la luna llena que nos amparó el primer díaEsta ahora me miraba indiferente pese a que yo la aullaba con todo el aire de mis pulmones llenos de veneno.

Eché de menos el fuego que me impedía resfriarme. Este se extinguió de un dia para otro a pesar de alimentarlo con maderos descomunales dia tras dia.
Ni el humo del hachís logró difuminar los recuerdos.

Bebí repetidas veces de una savia ámbar embotellada que nublaba mi juicio.
No me moría, ni mucho menos, pero agonizaba por dentro. Hasta que, por fin, los sentimientos que encerraba en frascos, a los que evitaba mirar para no adolecer de nostalgía, estallaron. Y en la noche más larga de mi vida, los cristales clavados en mis intestinos dejaron pasar a la sangre, que recorría libremente mi cuerpo sin ningún control. Podría jurar que no eran lágrimas lo que salió de mis ojos, sino mi propia alma.
Pero este gigante solo pertenece abatido un asalto. En el segundo se levanta, y al tercero echa a correr.
Y continuo por donde empecé, por un sendero errático-

Amo tu libertad, aunque eso signifique ver como te aleteas lejos de aquí.
Amo tu libertad, aunque mi espíritu se siga rompiendo cuando me alejo en tren después de una visita.
Amo tu libertad, aunque eso signifique que seas libre. Y libre te amo.

Y esta agridulce historia, no me llena ya de otra cosa que de alegría, aunque esta se enturbie una vez al mes. Mientras esta renovada felicidad cincela en mi rostro una sincera sonrisa, sigo pensándote, aunque estas introspecciones ya no están tintadas de tristeza.
Sigo queriéndote, pero ya no de una forma romántica, sino incondicional.
Y aunque solo vea orín al recorrer las esquinas donde antes veía sonrisas, sigo caminando.

Y cierro los dias con la satisfacción de tener la conciencia tranquila, de saber que no fui yo quién prendió fuego a  todo por un motivo fantasma.
Y sobre todo, se que, aunque el tiempo permanezca en cuarentena, después de un tac, tarde o temprano viene el tic, y a volver a empezar a andar un camino compartido de la mano de otra gigante.


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